27/4/18

universo ambiguo

Hola, queridísimos lectores. ¡Vaya! Que extraña y lejana se siente la acción de sentarme aquí a escribir para mi pequeño blogsito. Tiempo atrás, las palabras fluían dentro de mí como gotas de lluvia en días de invierno. Ha ocurrido mucho desde entonces... me temo que ya no soy la misma, aquella niñita alegre que escribía sin parar, sin tener un rumbo fijo ni un por qué, tal vez porque el simple hecho de hacerlo le proporcionaba una paz y alegría inefables. Las circunstancias, de alguna u otra forma, logran cambiarte. Entre risas, decepciones, sueños pintados, madrugadas eternas, tristezas que se forjan en tu alma y se apoderan de ti. ¡Tantas cosas! Te obligan a abrir tu mente y pensar distinto, a observar sin conmociones la otra cara de la moneda en donde se halla la más pura oscuridad.

Quizás la nostalgia de estos días de soledad y la profunda necesidad de hablar con un verdadero amigo me han traído aquí hoy, a estar frente a este teclado y verme perdida, sin saber exactamente qué decir ni para qué decirlo. Pero, ¿ya qué? Mi cabeza siempre ha sido un caos, un trabalenguas en el cual puedo hundirme sin problemas durante largas horas. Ya está bajo tu propio riesgo el que quieras hundirte tu también, solitario lector fantasma, sea cual sea la circunstancia que te haya traído aquí.

Es curioso como la melancolía nos embarga de repente algunos días. Por todo y por nada, el murmullo de las cosas cotidianas adoptan un tono grisáceo y lágrimas rebeldes nos ahogan. ¿Como escapar de aquello? ¡condena de artistas! Que transforman lo triste en lo bello.

Pero detrás de toda esta bella agonía siempre encontramos un consuelo, ya sea en la sonrisa de alguien o en abrazo difuso, o, para los que estamos solos, en el sutil beso de un buen libro. La vida no es tan grave después de todo, mientras encontremos libertad en pequeñas cosas.

Es realmente difícil saber ordenar mis ideas, se los juro. En este punto soy como un borracho que habla sin saber lo que dice, por qué lo dice ni para quién lo dice, pero lo dice... y es posiblemente aquel el reflejo más claro de su alma. Escribo sin descanso y dormida, termino enredada en las agridulces marañas de mi mente, atrapada entre mil y un enigmas, buscando un arroyo, el dulce riachuelo en donde finalmente halle mis respuestas.

Entretanto, busco alimentar mi espíritu, de lo real y lo bello, de lo mágico y lo agonizante, de lo vago y lo ambiguo.  Busco encender mi alma incluso en las tinieblas de este lúgubre escenario. Porque al final, de eso se trata, ¿no?

"Alimentarnos de fantasía para no morir de realidad."


-María Emilia.